viernes, 18 de abril de 2008

Lo Mucho que Prueba mi Petición de Audiencia Pública



En los términos del Acuerdo General 2/2008, como se indica en el texto, solicité ante la Secretaría General de la Suprema Corte de la Nación comparecer en las audiencias públicas. (El texto completo puede verse haciendo clic sobre la página).

Conforme al principio que establece que, entre iguales el primero en pedir es el primero en derecho, debí comparecer en la tercera audiencia pública. Se me fue negando con promesas de "en la próxima". La razón quedó en claro por la negativa posterior mucho más grave a considerar el Art. 149-Bis del Código Penal Federal de jerarquía constitucional como relevante al tema; ya que México suscribió el tratado de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio del 9 de diciembre de 1948; firmándola el 14 de diciembre de ese mismo año; y ratificándola el 22 de julio de 1952 en los muy precisos términos del artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que establece que:

“Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos los Tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el presidente de la República, con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión. Los Jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de los Estados.”


¡Por supuesto que no podían autorizar mi presencia! La sola mención de los dos artículos dejaba en claro el delito y la intención de perpetrar el genocidio del pueblo de México por el solo hecho de haber admitido a juicio constitucional lo inadmisible: un delito disfrazado de ley para sacarlo coronado como ley constitucional.


El delito cometido está demostrado por los hechos públicos y notorios violando la ley; con el afortunado añadido de mi injerencia frustrada por lo mucho que prueba, además de mis blogs posteriores que fueron anticipando siempre los hechos con el objeto de impedir que se dieran como el genocidio programado exigía que se fueran dando.


Las más de 12000 doce mil víctimas humanas contadas tienen proporciones de catástrofe. Rebasan con mucho el delito de homicidio y de homicidio múltiple; los números son ya propios de tiempos de guerra, y el concurso de delitos a la par del concurso de poderes coludidos destacan entre ellos el delito de traición a la patria.